“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24).
Todo aquel quien se acerque a Dios debe tener fijo en su mente lo que Dios es, y que Dios es Espíritu; o que la adoración se fundamenta y se levanta de la espiritualidad de Dios, y sintonizado en eso debe adorar.
Es necesario estar conscientes que sobre todos hay un grande e infinito poder, el cual se sienta en las alturas, y es la causa de todas las cosas, y gobierna todo de acuerdo a su propio placer o voluntad.
La palabra adoración en el original es la misma palabra que se emplea para significar cuando un perro se acerca a su amo y se echa a sus pies en fiel obediencia, y así mismo se espera que haga la criatura cuando se acerca al Creador, la criatura ve su propia indignidad y la excelencia del Creador; esto es, echarse sobre su estomago ante Dios, y deseoso que Dios haga con el lo que le agrade.
El conocimiento natural de los hombres le dice que Dios es el Supremo Señor y Gobernador del universo, y la revelación evangélica le hace conocer la gloria de Sus atributos en la persona del Redentor, y esa luz lo dobla sobre sus rodillas para adorar, veamos esto con mas detalles: "Entonces Moisés dijo: Por favor, muéstrame tu gloria... Jehová paso frente a Moisés y proclamo: ¡Jehová, Jehová, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación! Entonces Moisés apresurándose, bajo la cabeza hacia el suelo y adoro" (Exo.33:18;34:6-8).
En el pasaje se pueden ver dos asuntos esenciales de la adoración:
Un conocimiento evangélico de los gloriosos atributos de Dios, y una respuesta de humillación en el adorador: "Bajo la cabeza hacia el suelo y adoro" (v8); esto es, que la beneficencia y la paciencia de Dios, y Su deleite en perdonar a los hombres, es la razón por la cual ellos retornan Sus favores honrándole o adorándole; y en otro lugar el salmista lo dice aun mas claro: "En ti hay perdón para que seas reverenciado" (Salm.130:4).
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