Hoy al contemplar la grandeza del firmamento, puedo saber qué Dios tan majestuoso tengo. Creador de todo cuanto tus ojos ven. Dador de vida. Sustentador de la misma. Increíble Dios.
Pero mi pensamiento no siempre fue así. Una vida opaca. Una vida sin futuro. Viviendo el momento. Con una familia separada. Sin dinero. Estudiante con una pequeña beca. Triste. Y peor aún, con un diagnóstico médico adverso: Leucemia Linfoblástica Aguda.
El futuro parecía adverso. Pero aún no comprendía la grandeza de mi principal problema frente a Dios: el pecado. Incapaz de llegar a El. Incapaz de hacer un cambio en mi vida. Una noche de agosto de 1991, se rendí a Su soberana voluntad. Ahí empezó todo de nuevo para mí. Creí en Jesucristo. Creí en el como mi Salvador. Como mi Señor.
El hizo un cambio radical en mi vida. Lo conozco como jamás lo había conocido. Y te invito a conocerlo.
¿Quieres saber más de El? Ahí tienes mi correo. Escribe.
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